Sí, no, o no todavía: la forma en que Massoud Zandi decide si un proyecto complejo merece la pena

En la agenda de Massoud Zandi se acumulan propuestas de todo tipo: infraestructuras, energía, inversiones cruzadas, alianzas público-privadas. Muchas son, en apariencia, atractivas. Pero pocas pasan el filtro. Su reputación se apoya, en buena parte, en su habilidad para evaluar la viabilidad de proyectos complejos y tomar decisiones claras: avanzar, rediseñar o decir que no.

Descomponer la complejidad en bloques manejables

Ante una propuesta compleja, Zandi no se deja abrumar por el volumen de información. La descompone en bloques esenciales:

Viabilidad económica y financiera.

Entorno legal y regulatorio.

Estructura de actores implicados.

Riesgos geopolíticos y de reputación.

Cada bloque se analiza por separado y luego se recomponen las piezas en una visión global.

Diferenciar entre un problema resoluble y una alerta roja

En ese análisis, Massoud Zandi distingue entre:

Problemas técnicos o contractuales que pueden resolverse con trabajo.

Incoherencias de base (modelo irreal, actor clave poco fiable, entorno inestable).

Si el problema está en el diseño, propone ajustes. Si está en el núcleo del proyecto, prefiere retirarse antes de entrar en una operación con alta probabilidad de fracaso o conflicto.

Aceptar que la mejor decisión a veces es no hacer nada

Esta habilidad de evaluación se completa con algo que no todos los empresarios practican: la capacidad de renunciar. Zandi entiende que su tiempo, su reputación y su capital son recursos limitados. Cuando un proyecto no supera el análisis de viabilidad, decide no seguir, incluso si sobre el papel la operación parecía atractiva.

Ese filtro riguroso reduce el número de iniciativas en las que se involucra, pero aumenta la calidad media de aquellas en las que finalmente participa.